Desde hace unos años procuro siempre pasar uno o dos días en Santiago de Compostela. Siempre la consideré mi segunda ciudad, pues, fueron tantos los momentos vividos y con tanta gente diferente, que en cada rincón tengo un recuerdo. Pero no solo es un ejercicio de nostalgia, la ciudad en si mismo tiene un aura especial del que me gusta disfrutar.
En el verano del año pasado hice una parada aprovechando que subía a Coruña a pasar unos días. Me recorrí toda la ciudad vieja, me dejé llevar por el eco de sus calles empedradas, me comí una tortilla en el Moha (la mejor del mundo) y saqué algunas fotos con mi Nikon F3 cargada con un Kodak Tmax 100.
No recuerdo por qué llevaba esta película pues prefiero las películas de grano clásico, quizá porque quería probar la nitidez del Nikkor 50/1.8 Ais quién sabe…
Normalmente me tomo mi tiempo a la hora de fotografiar algo, me gusta usar trípode, componer, medir la luz, volver a medir y disparar. La “street photography” no es lo mío, no nací con ese don, nunca veo esos “momentos decisivos” de los que hablaba Cartier-Bresson, y si veo uno, tardaría demasiado en preparar la cámara. Pero en Santiago vi uno y me cogió con la Nikon en mano y con la luz medida, no me lo podía creer, un tipo de sombrero ante mi, con la Catedral de fondo y con unos claro-oscuros bestiales, no lo dudé: encuadré, enfoqué y disparé.
Después de hacer la foto seguí al señor un rato pues despertó mi curiosidad, era Japonés, e iba vestido un poco de Indiana Jones pero con gusto, puede que fuese su estilo habitual de vestir o puede que se vistiese de aventurero para vivir de forma más auténtica la aventura de su viaje. Después de caminar un rato por la Quintana se sentó en la Praza das Praterías, observó alrededor, sacó un Moleskine, tomó unas notas, se levantó y se fue.
La foto está positivada en papel varitado Ilford MG Classic de 20x25 cm revelado con Eukobrom 1+9. He tenido que hacer un positivado Cero-Cinco para controlar mejor el contraste de la escena, y me permití hacer un pequeño truco para que la foto pareciese más antigua, simplemente la catedral la positivé sólo con filtro de grado cero para reducir el contraste al máximo y la dejé muy clara. De esta manera emulé un poco el aspecto de foto antigua ortocromática, pues aquellas emulsiones eran demasiado sensibles a los azules, esto hacía que los cielos y zonas muy soleadas saliesen sobreexpuestas y a veces sin detalle pero a cambio tenían un aspecto muy luminoso.
Para acabar, decir que no recomiendo la película Kodak Tmax100, la falta de grano hace que la foto pierda todo ese vigor característico de la fotografía clasica de 35mm, prefiero un Ilford FP4, o una Agfa APX100, estas películas tienen un grano muy fino pero perceptible y bonito, y permiten hacer ampliaciones de 40x50 sin problema.
Últimamente estoy disfrutando mucho positivando en 35mm, no es mi formato habitual, quizá por eso he sentido una gran curiosidad por ver como se ven las pocas fotos que disparo en este formato en papel, la verdad es que me ha sorprendido. Lo más importante de positivar en este formato es que logras ver la foto en todo su explendor, con su nitidez y grano, pues, cuando se escanea el negativo, al ser un formato tan pequeño, normalmente el escaner no llega a sacar toda la información que contiene.
Esta foto la hice justo al salir del trabajo (trabajé en este hotel casi cuatro años). Recuerdo que los atardeceres eran increibles y como cambiaba el color de la luz conforme iban pasando las estaciones.
La foto la hice con mi Olympus OM1n y un carrete Ilford HP5 forzado a 1600. Estoy descubriendo que en 35mm prefiero disparar con películas menos sensibles como Ilford FP4 o Agfa APX100, la calidad de imagen que se obtiene es perfectamente equiparable a formato medio disparado con película ISO 400.
El positivado no fue del todo sencillo, he tenido que usar un filtro de grado 1, pues la escena era bastante contrastada y la película forzada suele aumentar el contraste. Además de este pequeño detalle fue necesario hacer varios quemados y fabricar una máscara a medida para sacar detalle del cielo. Finalmente le he dado un virado extra-suave a sepia y a selenio (1+20 1 minuto).
“Es una cuestión de oportunidades, cuando uno sale de casa con la cámara colgada del cuello, sabe que parte de lo que consiga se lo deberá al azar, pero otra parte dependerá de saber detectar y aprovechar las oportunidades que se nos ofrezcan, si es que aparecen…“
Quizá el comienzo de este post resuma la serie nocturna que hice en Ibiza a comienzos de verano, pues más que planificarla me encontré con ella. Normalmente no acostumbro a salir con mi cámara a ver que me encuentro, prefiero pensar en algo, dibujarlo en mi mente como si se tratase de una presa pintada en una cueva, y luego ir a cazarla. Dicho deotra manera, me gusta planificar mi trabajo, estudiar lo que quiero retratar y después intentar hacerlo realidad, pero no siempre es así y no hay más remedio que improvisar y agudizar el olfato para buscar una oportunidad que nos permita hacer algo interesante.
El caso es que me fui a Eivissa a visitar a mi amigo Josep www.josepcosta.es , con el que pasé unos días inolvidables, a los dos nos apasiona la fotografía, así que además de disfrutar de su hospitalidad y compañía, tuvimos interesantes charlas, hicimos fotos y pude ver y probar su arsenal de cámaras. Os aconsejo que veáis su trabajo, es realmente bueno.
En esos días me recorrí la isla de norte a sur y de este a oeste, buscando algo, haciendo fotos de paisajes de los que sabía que no estaría orgulloso. En muchas ocasiones para que una foto vibre necesita ser hecha de una manera concreta y en un momento concreto, y yo notaba que ni encontraba la manera ni estaba en el momento adecuado, y aunque lo estuviese, ¿qué conseguiría? quizá una foto similar a otras parecidas y probablemente menos interesante.
Pero yo seguí con lo mío, todos los días me levantaba temprano y me iba a una punta de la isla buscando esa foto icónica que no aparecía, a veces la luz era demasiado dura, otras veces el sol estaba demasiado alto o simplemente era de día y sin duda la foto quedaría mejor bajo la luz de la luna. He de reconocer que aunque sabía que estaba dando palos de ciego, para mi el simple hecho de salir a fotografiar algo es un placer en si mismo, pero en ocasiones fuerzo la máquina y me exijo intentar hacer algo que valga la pena, y no siempre es posible, motivo por el que se me cruzan los cables y prefiero no hacer ni una sola foto, si no me convence lo que veo o no lo tengo claro, prefiero no perder el tiempo.
Y así pasaron los días, hasta que una noche sonó una campana, como dije antes a veces se presentan oportunidades y yo vi una, algo difusa pero estaba ahí, se me podría haber escapado, a fin de cuentas acababa de cenar en un restaurante fuera de la muralla de la ciutadella y andaba algo distraído, pero el destino me hizo entrar y recorrer sus calles para dar un paseo, a pesar de que ya no había nadie por allí y casi todos los bares habían cerrado.
Cuando me adentré me sorprendió ver sus calles vacías, el silencio, la luz, las líneas y las sombras, el brillo de los suelos empedrados, y sobre todo la atmósfera, casi mágica, cuando alguien piensa en Ibiza, lo primero que le viene a la cabeza son las discotecas, la fiesta y un montón de tópicos que no son del todo ciertos, por eso cuanto más caminaba más me daba cuenta que era allí donde tenía que hacer mis fotos, sin duda fue todo un descubrimiento. Cada vez que miraba por el visor de mi Bronica podía imaginarme perfectamente como quedaría acabada sobre el papel, así que intenté ser muy cuidadoso para no pifiarla.
Hablando de meter la pata, era la primera vez que hacía fotos de larga exposición con película Kodak Trix lo que me preocupaba un poco, normalmente uso Ilford HP5, pero cuando vi el resultado de los negativos me llevé una alegría, sobre todo porque acerté en la exposición en todas de las fotos, lo digo por lo del error de reciprocidad, cuando usaba HP5 solía comenter más fallos.
Una cosa que me sorprendió fue lo fácil que fueron positivarlas. Casi no tuve que hacer quemados ni reservas, en dos días positivé unas 20 copias. Decidí virarlas a sepia, pues además de mejorar su conservación, los tonos cálidos las enriquecen bastante.
Y esto ha sido todo, os dejo a continuación todas las fotos de la serie La Nit d’Eivissa: