Santiago de Compostela
March 8, 2018Desde hace unos años procuro siempre pasar uno o dos días en Santiago de Compostela. Siempre la consideré mi segunda ciudad, pues, fueron tantos los momentos vividos y con tanta gente diferente, que en cada rincón tengo un recuerdo. Pero no sólo es un ejercicio de nostalgia, la ciudad en si mismo tiene un aura especial del que me gusta disfrutar.
En el verano del año pasado (2017) hice una parada aprovechando que subía a Coruña a pasar unos días. Me recorrí toda la ciudad vieja, me dejé llevar por el eco de sus calles empedradas, me comí una tortilla en el Moha (la mejor del mundo) y saqué algunas fotos con mi Nikon F3 cargada con un Kodak Tmax 100.
No recuerdo por qué llevaba esta película pues prefiero las películas de grano clásico, quizá porque quería probar la nitidez de la lente Nikkor 50/1.8 Ais quién sabe…
Normalmente me tomo mi tiempo a la hora de fotografiar algo, me gusta usar trípode, componer, medir la luz, volver a medir y disparar. La “street photography” no es lo mío, no nací con ese don, nunca veo esos “momentos decisivos” de los que hablaba Cartier-Bresson, y si veo uno, tardaría demasiado en preparar la cámara. Pero en Santiago vi uno y me cogió con la Nikon en mano y con la luz medida, no me lo podía creer, un tipo con sombrero ante mi, con la Catedral de fondo y con unos claro-oscuros bestiales, no lo dudé: encuadré, enfoqué y disparé.
Después de hacer la foto seguí al señor un rato pues despertó mi curiosidad, era Japonés, iba vestido un poco de Indiana Jones pero menos accidentado, puede que fuese su estilo habitual de vestir o puede que se vistiese de aventurero para vivir de forma más auténtica la aventura de su viaje. Después de caminar un rato por la Quintana se sentó en la Praza das Praterías, observó alrededor, sacó un cuaderno Moleskine, tomó unas notas, se levantó y se fue. Todo esto puede parecer algo baladí, pero no lo es en absoluto, pues por un momento llegué a pensar que alguien puso a ese personaje como prueba para ver si me fijaba en él y lo fotografiaba…
La foto está positivada en papel varitado Ilford MG Classic de 20x25 cm revelado con Eukobrom 1+9. He tenido que hacer un positivado Cero-Cinco para controlar mejor el contraste de la escena, y me permití hacer un pequeño truco para que la foto parezca más antigua, simplemente la catedral la positivé sólo con filtro de grado cero para reducir el contraste al máximo y la dejé muy clara. De esta manera emulé un poco el aspecto de foto antigua ortocromática, pues aquellas emulsiones sólo eran sensibles al color azul, esto hacía que los cielos y zonas muy soleadas saliesen sobreexpuestas y a veces sin detalle pero a cambio tenían un aspecto muy luminoso.
Para acabar, decir que no me gusta nada en absoluto la película Kodak Tmax100, la falta de grano hace que la foto pierda todo ese vigor característico de la fotografía clasica de 35mm, prefiero un Ilford FP4, o una Agfa APX100, estas películas tienen un grano muy fino pero perceptible y bonito, y permiten hacer ampliaciones de 40x50 sin problema. Las películas de grano tabular (Kodak Tmax, Ilford Delta etc.) las veo interesantes para escanear el negativo, pues ese tipo de grano es muy fino y compensa el hecho de que el escaneo suele exagerar el grano, sin embargo, las fotografías positivadas con estas películas, al tener un grano imperceptible, parecen fotos digitales impresas en papel Hahnemuhle Baryta. En fin… que viva el grano.